Ir a la cancha en Tucumán, para muchos hinchas de Atlético ya resulta ser una complicación. Es inevitable que ello repercuta en el bolsillo, pero la pasión por el "decano" puede más. Y eso ni hablar cuando toca viajar a otra provincia, como debieron hacerlo cientos de fanáticos para el duelo de esta noche, contra Gimnasia y Esgrima de La Plata por la Copa Argentina.
Con la prohibición de hinchas visitantes en los estadios del fútbol argentino 11 años atrás, los hinchas no han podido viajar demasiado en el último tiempo. Ante esa imposibilidad, los torneos internacionales y la Copa Argentina aparecen como un oasis en medio del desierto. Y pese a las dificultades y a los obstáculos (no tan sólo económicos sino también de calendario por lo que implica un partido a mitad de semana) los “decanos” se las arreglaron para decir presente en el "Cementerio de los Elefantes".
“En mi caso, me dan permiso en el laburo; tengo compañeros buena onda que me cubren. En cuanto al estudio voy jugado porque rindo mañana a la noche. Traje los apuntes a ver si leo algo, pero es medio complicado”, le contó Emiliano Páez, estudiante de Licenciatura en Ciencias Sociales a LA GACETA. “Sólo espero que Atlético me dé una alegría. Si desapruebo o no es un factor externo”, agregó entre risas.
Donde sí debió hacer más malabares el fanático fue en la cuestión económica. “Decidí 'explotar' la tarjeta con parte del viaje y las entradas. Obviamente recurrí a lo seguro: pedirle una ayuda a mi abuela, que accedió a darme un préstamo lejano”, indicó Páez, que además de viajar como fanático, fue uno de los organizadores de uno de los viajes en ómnibus que llevó a hinchas de Tucumán a Santa Fe.
Mauro Olea, estudiante de Tecnicatura en Turismo, contó que debió atrasarse en el pago de la cuota del instituto en el que estudia. “Avisé que voy a pagar el mes que viene los dos meses juntos porque no llegaba”, reveló. Además, si bien se podrá arreglar con su trabajo (lo hace de manera virtual, así que medianamente no tiene problemas), tendrá unos días muy agitados. “Llego justo para mañana, que es el único día que tengo clases. Además, tengo un encuentro regional de estudiantes de turismo que arranca también mañana. Llego, me pego una ducha y salgo rumbo la disertación”, completó.
Algunos hinchas acomodan todo su calendario anual en torno a Atlético. Así es el caso de Ítalo Guerrero, estudiante de Tecnicatura en Administración de Empresas. “Con el trabajo, tengo la posibilidad de no tomarme vacaciones de corrido durante el año. Eso sí, cada vez que juega Atlético de visitante, me tomo los días que necesite”, contó el fanático, que recibió una “ayuda divina” en cuanto al estudio. “Estuve las últimas dos semanas a puro parcial y la que viene también será igual. Por suerte se alinearon los planetas y no tocó rendir esta semana”.
Otros, por su parte, hacen sacrificios todavía más drásticos, como Nicolás Galván. “Ando sin laburo. Me puse a juntar latitas de cerveza y a vender aluminio para poder viajar. Encima voy sin entrada”, aseguró quien cumple al pie de la letra un cántico que resuena en el José Fierro: “no tengo un mango y voy igual”.
Esteban Orellana, otro hincha que también organiza viajes, tuvo que trabajar extra los días previos para compensar los gastos. “Soy vendedor, así que no tengo problemas con irme de la provincia. Eso sí, tengo que vender más en los días previos”, subrayó.
En tanto Rodrigo Aráoz, sonidista, contó que no tuvo problemas para acomodar sus horarios ya que tiene su propia empresa. Además, durante la semana no suele tener tanto trabajo. Sin embargo Aráoz, que viajó a Santa Fe junto a su novia, hizo un sacrificio familiar conjunto: por primera vez, junto a su pareja, dejaron a su hijo de 11 meses, solo. En realidad, quedó al cuidado de su abuela. “Antes jugaba Atlético, agarraba mi mochila y había días y semanas que me dedicaba solamente a viajar a ver a Atlético. Ahora que tuve un hijo eso cambió. Pero esta vez tuvimos que tomar la decisión de dejar al bebé con la abuela”, remató.
En mayor o menor medida, todos los hinchas “decanos” que dirán presente en Santa Fe tuvieron que dejar algo de lado para estar junto al equipo de sus amores. Un sacrificio que sólo se explica por la enorme pasión que genera el fútbol, ese fenómeno que todo lo puede en Argentina.